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Cholulteca. Quesque actor de teatro. Dedicado a la publicidad. Amante de la música (la buena), el vino (el bueno, sobre todo tinto) y la lectura. Y por supuesto, escribir en este blog.

julio 28, 2008

Tolerancia

No tengo intención alguna de hablar de los motivos de mi ausencia. Sin embargo sí tengo motivos para hablar de mi presencia: por obra y gracia de alguien (que no se quién es), ya puedo visitar blogs en la oficina e incluso, como en este momento, postear.

Hoy quiero hablar de tolerancia. Esta palabrita que describe una cosa tan etérea y a veces tan distante pero necesaria, sobre todo en nuestros días.

Resulta que ayer, durante mi asistencia a dos eventos de nutrida convocatoria, tuve oportunidad de cuestionarme personalmente sobre mi nivel de tolerancia. Muchas veces me he sorprendido a mí mismo pensando posibles respuestas completamente de manera intolerante y, aunque en el momento mi reacción fuera espontánea, no es justificable.

Lo que me sucedió fue mas o menos lo siguiente...

Primero asistí al futbol a ver el debut del Puebla en la temporada enfrentando al Monterrey de Lavolpe. La temporada pasada decía que iba al fut porque me regalaban los boletos, pero ya me atrevo a decir que voy al fut porque me gusta. Eso sí, sigo siendo fiel al rebaño sagrado y, aunque siento emoción cuando el Puebla anota gol, no cambiaría nunca mi afición por el Guadalajara.

Pero bueno, el caso es que estaba yo sentado en mi butaca cuando llegó una persona con su playera del Monterrey y se sentó en la fila de adelante a cinco a asientos de los nuestros. Traía gorra y lentes oscuros y desde que llegó me dio la impresión de ser sangre pesada, además de que llegó diciendo como histe que se sentó en esta zona porque había alguien más con la playera regia.

Comenzó el partido y el Puebla anotó al minuto dos por lo que ni tardo ni perezoso comenzó a lanzar comentarios ofensivos en contra del local, lo que empezó a fastidiarme. Y fue entonces cuando mis pensamientos comenzaron a asaltarme:

Pensé en aventarle los cacahuates que había comprado. Después en gritarle majaderías. Después en pedirle amablemente que se fuera a la zona en la que estaba su porra (que por cierto, era el extremo contrario exacto de donde estábamos). Después en advertirle que si seguía así corría grave peligro y no sólo lo diría por mí. Pero al final reflexioné y permanecí callado. Comprendí que él tenía todo el derecho de decir lo que piensa, por mucho que me molestara y en eso finalmente se traduce la tolerancia.

Claro, yo en su lugar hubiera sido más prudente y no hubiera gritado lo que él gritó, pero resultó altamente gratificante que él pudo hablar todo lo que quiso sin que nadie se metiera ni que saliéramos en la nota televisiva con algo como "Riña en el Cuauhtémoc". Por supuesto que el partido terminó 2-2 y el Puebla nunca estuvo abajo, lo que talvez le dió cierta ventaja.

La otra ocasión que tuve de probar mi tolerancia, fue en una exposición a la que asistí también ayer. Se trata de una exposición de burjería en el San Pedro Museo de Arte.

La verdad es que no he tenido muy buena suerte con las visitas a ese museo y esta no fue la excepción. Entramos al museo y hasta que llegamos a la entrada del ala en donde está la exposición (segundo piso al fondo), nos dicen que necesitamos el boleto pagado que venden a la entrada. Nimodo, eso seguramente aumentó la posibilidad de encontrarme a alguien molesto y creo que al final lo conseguí.

Finalmente logramos entrar (pagando $50.00 yo y $35.00 Gina como estudiante), y comenzó el recorrido. La guardia, aleccionada o no, lo advirtió desde el inicio: "El recorrido comienza a su izquiera y pueden ir leyendo la información, si gustan", enfatizando esta última frase. Eso no tuvo ningún sentido hasta llegar a la primera vitrina.

Para mí se convirtió en un martirio porque la "información" estaba situada en cartones de 40 x 15 cms con letra de 18 puntos, detrás del cristal y en el punto más bajo de las vitrinas, que era como a 1.2 metros del nivel del suelo y con una tabla de unos treinta cms separándonos del cristal. O sea que cada vez que alguien se paraba justo enfrente para leer, invariablemente impedía que los demás pudieran hacer lo propio.

Así pasé la mitad del recorrido tratando de leer por encima de las personas y elogiándome por mi facilidad para esto dada mi altura y mi lectura-veloz-y-de-comprensión hasta que un muchacho de mi estatura con una playera con el logotipo de Superior, tuvo a bien colocarse delante de mi ángulo de visión DEMASIADAS veces.

Llegué a considerar que lo hacía a propósito y estuve a nada de darle un ocasional codazo o pisotón acompañado del "disculpe, no me fijé", pero me controlé. Después de todo era imposible que lo hiciera a propósito porque ni cuenta se daba de que yo estaba detrás. Además, nunca he sido una persona violenta y esa no era la ocasión para empezar a serlo.

Al final me tranquilicé recordando el incidente en el estadio y lo reconfortante que había resultado el no decir ni hacer nada. La exposición siguió ahí y lo único que tuve que hacer es perder el tiempo para evitar encontrármelo en las siguientes vitrinas.

Claro, también recapacité en el hecho de que él tenía todo el derecho de leer la información como le diera la gana y, puesto que yo era el intruso extraño que intentaba leer desde una segunda fila por encima de las cabezas en lugar de "hacer fila" delante de las fichas, el hecho de que se moviera osbtruyendo mi visión no era un acto premeditado sino una reacción normal.

En esta ocasión no me felicité ni nada. Tuve un mal sabor de boca que no tuvo nada que ver con la tolerancia sino con los organizadores. Al final la exposición me decepcionó un tanto por varias razones, aunque no creo que sean las suficientes para una entrada en particular.

No así los dos ejercicios de tolerancia que practiqué sin proponérmelo. Eso sí, no quiero pensar qué hubiera hecho si en lugar de un aficionado del Monterrey hubiera sido uno del América, o si hubiera econtrado algún indicio de que la actitud del muchacho con la playera de Superior era con la intención de molestar.

O talvez que quien fuera el objeto de mi análisis fuera alguien a quien desde hace mucho he demostrado certa intolerancia como AMLO y sus desmanes, los taka-takas preguntones, los bebés en la edad del por qué o los pendejos.

Afortunadamente eso no ha sucedido y puedo decir que, ayer domingo, pasé las dos pruebas de tolerancia a las que fui sometido.

Saludos,

SinFuLJaMeS

P.D. Y por cierto, el Puebla se merecía la victoria, por más que el aficionado regiomontano gritara que el Chelís estuviera en contubernio con el arbitraje, misma idea que tenía yo pero en sentido contrario pensando en Lavolpe y su norteño séquito. Como verán extraño mi blog futbolero, jejeje.